Hoy 25 de noviembre enfocamos nuestra mirada en los intentos por erradicar todas las formas de violencia contra las mujeres.
Algunas, son muy claras: violaciones, maltrato físico y psicológico, asesinatos, violencia vicaria…
Desde luego: ojalá termine. Y para siempre. ¿Utopía?
Pero hoy me pregunto por esas otras violencias de género, menos ”aparatosas”, incluso a veces casi imperceptibles, si no se tiene una mirada afinada y consciencia clara: esas otras faltas de respeto traducidas en silencios, faltas de respuesta, obviando peticiones claras, sin dialogar, reincidiendo en lo que se sabe hace daño a la otra persona, pareciera que sin importar los sentimientos… una especie de “chulería” de “tú di lo que quieras que yo hago lo que me da la gana”, y eso en silencio, con omisiones…
O control y falta de libertad… una amiga psicóloga me dijo un día hablando del tema: “ser esposa, o esposo, no significa ser esposados”.
Cuantas mujeres no se sienten escuchadas por sus parejas, llevan cargas pesadas que deberían ser a repartir y siempre hay una excusa…
Cómo cambiar esas creencias grabadas en el inconsciente que llevan a actitudes y preguntas como: “¿te ayudo?” Cuando las tareas han de ser compartidas, l@s hij@s comunes… y crear equilibrio, o esas otras creencias que aún arrastramos (aunque algo hemos avanzado) de que que el espacio privado, en casa, es para la mujer y el espacio público para el varón…
Me pregunto y les pregunto: “¿es de verdad, que no os dais cuenta?”
Me pregunto cómo reconfigurar el cerebro para que de verdad, tal vez, en las nuevas generaciones, desaparezca cualquier tipo de desequilibrio, falta de diálogo, maltrato de diferentes formas y maneras, y se pueda dar ese equilibrio que nacerá de un auténtico despertar…
Parece que tantas veces esto que ocurre nace del no “darse cuenta”. Pareciera que hay una inconsciencia colectiva de la que algunas personas se “salvan”.
Hoy pido la lucidez, y la anhelo para mi, que, cómo no, también cómo ser humana, convivo con oscuridades.
Ayer, hablaba de esperanza -amiga del alma- y sin embargo hoy, ante este tema, siento una cierta desesperanza; desconfianza en que las cosas puedan cambiar: que el deseo, la “lucha”, el activismo, se quede en una utopía…
Al final, las noticias nos dan cifras en aumento: aquí, allí, no hay edad, cultura o clase social que de una u otra manera se vea libre de ello…
Hoy, quiero confiar tan sólo en los pequeños gestos, los torpes pasos dados con buena voluntad de seguir construyendo desde la complementariedad que aporta y construye.
Hoy, quiero dar gracias a mujeres y varones que desde esta toma de consciencia, ponen atención y se implican aportando su granito de arena para crear, una nueva realidad más amable para tod@s.
Hoy, en solidaridad con tantas mujeres que han sido o son víctimas de la violencia de género.
Por ellas, por seguir creyendo… mi palabra, humilde, nacida del alma, hoy.
Agradezco también, desde mi experiencia acompañando mujeres y varones en este camino, escuchando, acogiendo y apostando por el cambio y la transformación social.
Que empieza por mi, empieza por ti.
¿Quieres?